La noche del día de ayer 5 de marzo, pudimos ser testigos del tercer concierto de la banda de heavy metal Metallica, en su quinta visita a la Ciudad de México.
Metallica en México
Desde su primera visita a nuestro país en el año de 1993, tuve la gran fortuna de ver a Metallica y comprobar que a la fecha, ha logrado consolidarse como una banda única en su género. En aquel tiempo (hace 24 años, ¡Uf!), Metallica era una banda más distante, más intensa, y aunque su estilo en aquel tiempo era maldecir a todo mundo, lograron impactar y ganarse por siempre a sus fans de México.
Al día de hoy, Metallica ha logrado mantener y renovar la preferencia y lealtad de sus seguidores.
Metallica es una banda que demuestra madurez, experiencia y cuenta la virtud de la vigencia y continuidad en la industria de la música. La banda metalera por excelencia, se muestra más respetuosa, más cercana, y claro, porque ha consolidado nuevos mercados, nuevas audiencias, las cuales abarrotaron por tres días los conciertos en la Ciudad de México de este 2017.
Metallica conectados con México
Tal y como lo mencionó en el primer concierto de este año, el vocalista y guitarrista James Hetfield, “México es nuestra segunda casa”; un detalle que la banda Metallica transmite a sus fans, ya que ha logrado una conexión con sus seguidores en México, que forman parte de un público diverso en edad, pero muy unificado en preferencia por el concepto, y que desde los años ochenta, ha continuado marcando ya, a varias generaciones con su propuesta original, llena de fuerza y en este caso, dando más al iniciar su gira en Latinoamérica “Worldwired tour 2017“, precisamente aquí, en México.
Como introducción presenciamos extractos de la pelícla “El bueno el malo y el feo”, con el clásico de Morricone “The Ecstacy of Gold”. Ya en el escenario, los cuatro metaleros interpretaron, como acostumbran hacerlo, con la promoción de su nuevo material discográfico, el décimo álbum de studio, Hardwired…To Self-Destruct, y con el primer track del album Hardwired, un regreso a sus raíces, potente, ruda y que Hetfield insistió siempre en que en cada track “se iba aponer mejor la cosa”.
Y vaya que así fue, después de una probada más del nuevo álbum, de mostrar la habilidad de los cuatro con los tambores, llegaron los clásicos, For Whom The Bell Tolls, que motivó el slam en algunas zonas del foro; el recuerdo y nostalgia de Whiplash, del ya super clasico Kill ‘Em All de 1983; el esperado Master of puppets, que convocó y logró la interacción con el público y la banda, que con Fade to Black y Seek and destroy, acabaron de iluminar y prender a grandes y chavitos, por cierto, una gran mayoría entre los asistentes.
La locura de la noche empezó cuando se escucharon los primeros acordes (o rifs) de One, que gracias a la proyección de un ejército de esqueltos animados y el apoyo de la iluminación en todo el foro y con colores propios para cada tema, se dio paso a lo que conocemos muy bien de Metallica, un derroche de talento en la interpretación en cada caso, con el solo alucinante y pesado de Trujillo y su bajo, el solo de ensueño de Hamett y el desmadroso de siempre, Ulrich, que en su posición de líder, despidió a Iggy Pop del escenario con un gran abrazo, después de interpretar juntos el clásico de Iggy, “Tv Eye”.
El encore llegó y no tardaron los cuatros metaleros en volver al escenario para prender a la audiencia con Nothing else matters, con la que Kirk Hamett demostró una vez más su madurez y posición como pilar de la guitarra en el heavy metal.
Junto con el cierre del clásico “del disco negro”, se escuchó el acorde que anunciaba el muy esperado por todos y obligado para cerrar la presentación, por supuesto el ya también clásico, Enter Sandman, que provocó más brincos, luces, pirotecnia, inflables entre el público, y una muy buena cantidad de polvora que iluminó el oriente de la Ciudad de México. Una noche de metal y miles de fans, que fuimos testigos del cierre de tres días intensos y llenos de lo mejor del heavy metal en el mundo.
Los cuatro músicos se despidieron agradeciendo, riendo y mostrándose conmovidos por el apoyo de los fans mexicanos. El bajista Robert Trujillo, mostró que sabe algo de español por su ascendencia mexicana, pero los otros miembros de la banda, en tono de broma, lo taparon con una bandera de México (que lanzó alguien de las primeras filas) y en el relajo, se fueron despidiendo, no sin antes escuchar el mensaje apasionado del baterista Lars Ulrich, con la siguiente promesa: ¡Mexicouu, we’ll see you very, very fuc*** soon!.
Enviado especial MentePost
@axsosa