Los saludos y muestras de amistad entre Donald Trump y Emmanuel Macron han llamado la atención del mundo. Recientemente en su visita a Francia, Trump volvió a demostrar su forma tan peculiar de saludar, pero se encontró de nuevo, con un presidente que sabe bien contrarrestar los efusivos saludos que demuestran su intención de imponer su poder.
Los 30 segundos de Trump y Macron
Desde su primera reunión en Bruselas, Macron confirmó: “Mi apretón de manos con él no fue inocente”, ya que se notó que “no se dejaba”.
Porque saludar de forma efusiva no está mal, al contrario, pero cuando los signos de comunicación no verbal demuestran otra cosa, como el apretón exagerado y prolongado, el jaloneo hacia si mismo comunicando control hacia el otro, demuestran que Donald Trump tiene todo fríamente calculado (como todos los líderes de su tipo), pero sin duda, es una actitud que más que demostrar poder, evidencia la ignorancia de cómo desenvolverse en un trato diplomático.
Macron es un tipo inteligente y en ese juego (porque ya los es para el mundo) de quien gana en el momento del saludos entre presidentes, supo sobreponerse ante las tácticas de Trump, ahora, con una despedida de 30 segundos.
Y hasta con la esposa:
Here’s that awkward handshake between Trump and France’s Brigitte Macron. pic.twitter.com/5Ci6lAWuV6
— Meg Wagner (@megwagner) 13 de julio de 2017
El primer ministro de Canadá Justin Trudeau, es otro caso que logro vencer en el saludo efusivo y demostró que ese aparentemente sencillo acto, es clave para la relación y percepción del mundo hacia el mandato o relación entre naciones.
Tal es el caso de Vladimir Putin, que en todas las vistas que realiza o cuando recibe a algún similar, establece toda una estrategia para que el ofrezca el saludo de bienvenida sobreponiendo su mano sobre el que lo visite.
Insistimos, saludar y mostrar alegría al hacerlo es bueno, en este caso Trump, como líder de una potencia mundial, demuestra que en los actos protocolarios, el handshake o apretón de manos “rudo” y digamos, poco cordial es lo suyo, pero se ve muy mal ante el mundo.